Muñecos sin identidad

 

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El domingo pasado me atoré con un sorbo de café durante el desayuno, luego de leer el siguiente titular en la sección «Juguetes» de CNN en español: Adolescente inspira la creación de la primera muñeca transgénero.

La muñeca Jazz Jennings fue lanzada hace dos semanas en la Feria del Juguete de Nueva York al lado de juguetes para aprender el abecedario, plastilinas y robots. Cabe aclarar que la compañía productora de la muñeca se especializa en artículos de colección para adultos y muñecas de moda.

Jazz Jennings, quien hoy tiene 16 años, es una de las caras más famosas de la comunidad LGBT estadounidense. Según sus padres, Jazz  «salió del clóset» durante su fiesta de cumpleaños número cinco al ponerse un vestido de baño de niña delante de todos sus amigos.

Antes de continuar debo admitir que no conozco a ninguna persona transgénero, ya sea adulta, adolescente o niño. Aún así, considero que la orientación sexual de una persona es tan privada como su creeencia religiosa o posición política.

Sin embargo, imaginarme esta muñeca en las repisas de las jugueterías al alcance de las manitas de una niña o niño, me perturba. Aunque el mundo del espectáculo y las redes sociales–y ahora los fabricantes de juguetes–quieran normalizarlo, el transtorno de identidad de género o transexualismo es un diagnóstico siquiátrico con profundas raíces y consecuencias en la vida de un individuo.

Diferente del homosexualismo, la discordiancia entre la identidad de género y la fisiología genética asignada desde el momento de la concepción, requiere extensiva evaluación y ayuda sicológica para preservar la estabilidad emocional del paciente. Con todo y esto, el fabricante de la muñeca Jazz la lanzó al estrellato como si fuera una Barbie más.

Durante décadas, las armas de plástico han sido vetadas en miles de tiendas alrededor del mundo, porque según los expertos, los juguetes bélicos incitan a la violencia. Yo me pregunto, ¿no será que exponer una muñeca transgénero a la curiosidad innata de la niñez puede generar una confusión innecesaria a tan temprana edad?

No estoy escondiendo la cabeza en la arena como un avestruz; pretendiendo que los roles sociales no han cambiado. Hoy en día hay tantas preferencias sexuales como sabores de helado y como dice el dicho, «Al que le gusta le sabe» y yo no critico.

Lo que sí me molesta, es ver a un grupo de adultos empresarios complicando la inocencia de los niños. La muñeca Jazz se ve igual a cualquier otra, pero el empaque está lleno de prejuicios.

Los progresistas se jactan de velar por los derechos de igualdad de los vulnerables, pero son éstos mismos los que se encargan de ponerles las etiquetas para diferenciarlos del resto del mundo.

Mi hijo de casi seis años todavía no me ha preguntado sobre el tema, pero sé que está cerca de hacerlo. El lunes pasado tuve que llevarlo al pediatra y mientras esperábamos en la recepción, me puse a leer una revista médica de pediatría en la que encontré un artículo titulado «Criando Niños Transgénero«.

Definitivamente el sol no se puede tapar con un dedo, pero por el momento, pienso dejar a mi hijo disfrutar su niñez ya que es muy corta. Para pensar como adulto, tiene el resto de su vida.

Gracias por leer y compartir.

Xiomara Spadafora

Esta columna fue patrocinada por Zellner Insurance Agency. Muchas cosas en la vida no tienen seguro. Para todo lo demás, llame a Zellner (888) 208-8119

2 respuestas a «Muñecos sin identidad»

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