El otro turismo extremo

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The Ciudad Perdida Trek (La Caminata hacia Ciudad Perdida en español), se ha convertido en una de las aventuras obligada para los eco-turistas expertos del mundo, quienes desencantados de la explosión comercial de Machu Picchu en Perú, han catalogado la ciudad Tairona como el mejor desafío en Sur América.

Comparada con las ruinas Incas, construidas en el año 1450, se estima que las Tairona fueron establecidas 650 años antes, en el año 800 después de Cristo. Por otro lado, mientras Machu Picchu cuenta con acceso a pie, en bus o tren, a la Ciudad Perdida (Teyuna en lengua Tairona) solamente se puede llegar caminando más de 30 kilómetros en la jungla.

En la segunda diferencia radica el número de visitantes que éstas reciben. Mientras se estima que Machu Picchu recibió 5.000 visitantes diarios durante 2017 (el doble de la recomendación de la UNESCO), a Ciudad Perdida solo llegaron 63.

Teniendo en cuenta lo anterior, y aunque en el pasado he criticado la falta de inversión y control del estado colombiano en la infraestructura turística del país, honestamente me alegra que esta gema arqueológica colombiana, incrustada en el corazón de la Sierra Nevada de Santa Marta, se mantenga en un estatus de «perdida» y así conservar los tesoros que ésta guarda en sus paisajes.

No obstante, en un artículo publicado el jueves pasado en el periódico El Tiempo, una blogger de viajes critica las precarias condiciones de alojamiento y del camino, y pide que las las entidades encargadas reciban más recursos.

Luego de leer el artículo me pregunté, ¿acaso el atractivo del turismo extremo no está precisamente en lo agreste? o ¿por qué le llaman «muchiliar»? Los viajeros, amantes de la ecología, están dispuestos a asumir cualquier riesgo por el contacto con la naturaleza virgen milenaria.

Por el contrario, existe otro turismo extremo que el gobierno colombiano si tiene la obligación de vigilar y castigar con todo el rigor de la ley: el turismo de prostitución con menores de edad en Cartagena de Indias.

Si bien es cierto que los servicios de prostitución dirigidos principalmente a visitantes extranjeros han existido en Cartagena por décadas, recientemente predadores nacionales e internacionales le han robado la niñez a incontables víctimas–en muchas ocasiones con el aval de los propios padres–bajo la complacencia de servidores públicos, agentes de policía corruptos y dueños de establecimientos hoteleros de lujo en La Heroica.

Pero como dice el dicho, a todo marrano le llega su nochebuena y el pasado 30 de julio la operación Vesta–coordinada por la Fiscalía, Policía Judicial y Migración Colombia–le dio un duro golpe a la red de explotación sexual y tráfico de personas más grande de Cartagena.

La proxeneta Liliana del Carmen Campos Puello, alias Madame, su esposo David Robles y 16 de sus secuaces están hoy con medida de aseguramiento. Se espera que durante el proceso penal que se adelantará en los próximos meses, caigan más partes involucradas en especial miembros de la fiel clientela.

En este tipo de turismo extremo, los participantes zarpan hacia sus aberrantes aventuras sin brújula moral, dejando en los puertos de embarque la imagen de hombres de familia, empresarios o políticos honorables.

Luego la responsabilidad recae sobre la comunidad cartagenera en general. El gobierno debe fomentar y fortalecer los mecanismos de denuncia y castigar no solo con cárcel sino con multas a los hoteles o edificios privados que permitan estas atrocidades. Que los adultos se prostituyan, allá ellos, pero a los niños y niñas los debemos proteger todos.

Como lo consagra el Talmud judío, «Aquel que destruye una vida destruye la humanidad entera, y aquel que salva una vida salva la humanidad entera«.

Gracias por leer y compartir.

Xiomara Spadafora

Esta columna fue patrocinada por Zellner Insurance Agency. Muchas cosas en la vida no tienen seguro. Para todo lo demás, llame a Zellner (888) 208-8119

2 respuestas a «El otro turismo extremo»

  1. Da mucha tristeza como el respeto hacia el otro se ha perdido y mucho mas si es en contra de los niños. Ojala caiga todo el peso de la ley y desenmascaren a todos esos criminales de la prostitucion infantil. Hay que abrir bien los ojos para proteger a nuedtros pequeños. Muy buena columna.

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  2. Muy buen artículo, sin dejar de nombrar a los israelies que han hecho de este negocio en lugares como Santa Marta, Taganga un fortín, aprovechando la pobreza de quienes seducidos por el dinero son inducidas e onducidos a la prostitución y drogadicción, en su mayoría menores de edad.

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