La Superliga de culebras

Llevo meses esperando un tema para escribir que me sacara del estupor mediático del Covid-19 y por fin me llegó la semana pasada: la debacle de la novata Superliga de Europa.

El balompié—o soccer en inglés—no es un tema que ocupe mucho espacio en los medios estadounidenses. Si hay algo que los gringos tienen de sobra son múltiples ligas deportivas para sentarse al frente del televisor y destapar un six-pack al estilo de Homero Simpson.

No obstante, el drama generado por el lanzamiento de la Superliga y su inesperado colapso en menos de 72 horas fue de tal magnitud, que diarios económicos como el Wall Street Journal siguieron de cerca la historia llenando párrafos al por mayor.

El fútbol es un deporte que despierta emociones viscerales. Sin importar la derrota o la victoria, las jugadas concebidas por los astros en fracciones de segundos y finalizadas con zapatazos de ensueño, hacen que los corazones de los aficionados se salten unos cuantos latidos por partido.

¿De cuántos corazones estamos hablando? 3.5 billones. En otras palabras, un poco menos de la mitad de la población mundial es hincha de algún equipo de fútbol.

El éxito del producto llamado fútbol, en especial el de clubes, radica en la profunda relación con su fanaticada sin importar las fronteras. Los clubes europeos han sabido capitalizar la devoción de sus fans en las últimas décadas, en especial, con la explosión de las redes sociales.

Estos foros han permitido la creación de clubes de fans que comparten las temporadas futbolísticas como si estuvieran sentados hombro a hombro en las gradas de un estadio.

Según cifras recientes de seguidores en Facebook, Instagram y Twitter el top 10 de clubes combinan alrededor de 1.148 millones de seguidores—Real Madrid (237 millones), FC Barcelona (227.3 millones), Manchester United (133.7 millones), Juventus (93.7 millones), Chelsea (87.2 millones), Liverpool FC (79.7 millones), Bayern Munich (75 millones), Paris Saint-Germain (72.6 millones), Arsenal (72.5 millones), Manchester City (68.5 millones).

Este factor determina en gran medida el valor actual de los equipos y el poder de sus derechos sobre mercancía y publicidad. Según un reporte publicado por la Revista Forbes el pasado 12 de abril, el valor de los clubes europeos se ha incrementado 30% en los últimos dos años.

Actualmente, seis de los top diez equipos cuestan por encima de cuatro billones de dólares. A la cabeza está FC Barcelona ($4.76 billones), seguido del Real Madrid (4.75 billones), Bayern Munich (4.215 billones), Manchester United (4.2 billones), Liverpool (4.1 billones) y Manchester City (4 billones).

Con estos costos es entendible que la aerolínea Emirates pague $83 millones de dólares al año por tener su nombre en el torso de los jugadores del Real Madrid, TeamViewer pague 64.9 millones por el Manchester United y Rakuten 64.8 millones por el Barcelona.

Volviendo al tema de la Superliga de Europa y teniendo en cuenta las cifras de la economía del fútbol, era solo natural que los “protectores de la tradición futbolística”—llámense FIFA, UEFA o Liga Premier, hayan saltado como canguros a la hora de mostrar su oposición e indignación.

La mera posibilidad de tener que cortar otra tajada de la torta de 3.3 billones de dólares anuales por derechos de transmisión televisiva fue razón suficiente para pedir un tiro desde el punto penal y acabar con la iniciativa.

En el caso de Inglaterra, los medios de comunicación inicialmente dieron por hecho que el rechazo de los fans era la razón que causó la desbandada del grupo llamado The Big Six—Arsenal, Manchester United, Liverpool, Tottenham, Chelsea y Manchester City.

Sin embargo, el diario español Marca publicó un artículo el jueves 22 de abril en el que develaba una supuesta amenaza legislativa del Parlamento británico para iniciar una revisión de los derechos de transmisión de la Liga Premier.

Ese mismo día el diario The Guardian confirmó el lanzamiento de la investigación por parte del Primer Ministro, Boris Johnson, para examinar cambios sobre los modelos de propietarios, el flujo de finanzas dentro y fuera del juego, entre otros aspectos.

¡Qué ironía! The Big Six cedió a la presión del gobierno para evitar que se le metieran a la cocina y al final terminaron en las mismas.

Aunque la pasión de la fanaticada envió un claro mensaje a los dueños de los clubes con marchas y pancartas, la verdadera manzana de la discordia siempre será el dinero.

Como lo dijo el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, “hay culebras cerca a nosotros”. Pero creo que no se refirió a los reptiles, sino al nido de deudas de los clubes más poderosos que se han dedicado a hinchar sus plantillas y los sueldos de sus directivos.

Una respuesta a «»

  1. Como dice un adagio popular…. el que tiene plata marranea.
    Una reflexión en medio de tanta incertidumbre.
    Gracias Xiomara por compartir esta interesante y bien escrita columna. Feliz domingo 🌷

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