El domingo pasado, 16 de diciembre, me perdí Miss Universo por primera vez en mi vida. Aunque vivo fuera de Colombia desde hace más de trece años, por lo general las páginas de internet de los medios de comunicación me lo recordaban cada año y así buscaba la transmisión en los canales gringos.
Recuerdo que Miss Universo se convertía en una tertulia telefónica con mi mamá o amigas que duraba dos horas, a la cual mi esposo le huía con vehemencia debido a mis gritos.
¿Pero cómo no? ¡Nada más emocionante, por ejemplo, que ver en vivo y en directo a dos Señoritas Colombia coronadas Miss Universo, batiendo la bandera tricolor sin darse cuenta de que el fallo leído por Steve Harvey estaba equivocado!