El pasado lunes fue el primer día de Pre-kinder de mi hijo. A pesar de haber preparado con una semana de anticipación todas las cosas que debía tener listas esa mañana–para hacer todo con calma, una vez más corrí como alma que lleva el diablo y embutí a mi hijo en el carro con todo y hasta el morral puesto.
Durante el trayecto de nuestra casa al colegio, mi hijo me vió conduciendo con una sola mano sobre el volante. De pronto, me pegó el grito y me dijo: «¡Mami, pon ambas manos en el volante o nos vamos a estrellar!» Me quede mirándolo en el espejo retrovisor y me pregunté: «¿Cuándo se creció el enano que ya hasta me da consejos sin que yo se los pida?«. Lo tranquilicé y le dije que no nos íbamos a estrellar y puse la otra mano en el volante. ¡Qué bonito, en lugar de uno tengo dos maridos! Continuar leyendo «Primer Día de Colegio»