¡Pavito, Pavito!

Aunque he tratado arduamente de asimilarme a la cultura Estadounidense–todavía no me gusta el fútbol americano y detesto la comida BBQ–finalmente la llegada de mi hijo al mundo hizo que me crecieran, por este país, raíces tan profundas como las de un roble.

Desde ese momento, las tradiciones familiares que mi esposo, mi hijo y mis perros hemos construído, son los planos de mi identidad.

Sin embargo, debo confesar que por muchos años no me gustaba celebrar el Día de Acción de Gracias. Desde que llegué a EEUU en 2005, esta fiesta la consideraba «solo para gringos» pues no entendía su significado ni me nacía buscarlo en Google. Pero las cosas cambiaron y ahora empiezo a planear la celebración desde el mes anterior, por dos razones. Continuar leyendo «¡Pavito, Pavito!»

Cruzada de Género

La libertad de expresión es algo que valoro muchísimo. Probablemente esta es la razón por la cual empecé a escribir cuentos a los seis años y estudié periodismo en la universidad. Soy una persona que necesita decir lo que piensa y siente. De lo contrario, me salen letreros de la espalda como si fuera el Coyote en la caricatura del Correcaminos.

Nací y crecí en un país demoratico. Cuando era niña pude ir al colegio y aprender a leer y a escribir. En mis años de adolescente, pude aprender a manejar, ir a bailes y hacerme peinados chistosos como el copete Alf. En mi vida adulta, pude mantenerme sola y tomar todas las decisiones de mi vida basadas en mis expectativas y no las de alguien más. Continuar leyendo «Cruzada de Género»

Una enfermedad llamada Burocracia

El próximo 24 de noviembre se cumple el último plazo para renovar el pasaporte Colombiano por el actualizado de lectura mecánica. Aunque me enteré durante mis vacaciones del pasado julio, la pereza de hacer el trámite en Bogotá me invadió y preferí hacer la vuelta en el Consulado de Colombia en Orlando, Florida. Qué gran equivocación.

Desde los primeros días de noviembre ingresé a la página en internet del Consulado de Orlando para averiguar los requisitos y hacer la cita. Sin embargo, esta página parece haber sido creada para que la navegaran solamente los ingenieros de sistemas que la diseñaron. Es más fácil encontrar una silla vacía en un Transmilenio que la información que uno necesita. Continuar leyendo «Una enfermedad llamada Burocracia»

El Ritmo de la Vida

El domingo pasado al terminar de almorzar, me quedé practicando la letra G con mi hijo en el comedor de la cocina. De repente mi esposo, quien estaba sentado en el sofá de la sala de televisión, me llamó. Cuando me volteé a mirarlo, me susurró con los ojos encharcados “Es el mismo dolor, creo que tenemos que ir al hospital”. El reloj se detuvo y el recuerdo de su infarto masivo el 7 de diciembre de 2010, empezó a pasar al frente de mis ojos como si estuviera en el cine.

Llegamos a la Sala de Emergencia, le tomaron un electrocardiograma y nos hicieron pasar a una sala de observación, acompañados por un equipo médico que no paraba de hacer preguntas. El enfermero le canalizó la vena en minutos y tomó una muestra de sangre. Tomados de la mano, los dos respirábamos como peces fuera del agua, en silencio. Cuando llegó la técnica de Rayos-X, me pidió que le quitara la cadena y el Cristo de oro del cuello y que esperara afuera. Le di un beso y me salí a llorar. Continuar leyendo «El Ritmo de la Vida»

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