La semana pasada fue la más caliente de mi vida. No porque haya tenido una aventura con mi esposo en algún lugar exótico del mundo, sino porque en realidad fue la semana más caliente en los registros históricos de Jacksonville.
Llevo viviendo casi ocho años en esta ciudad y nunca antes había visto el marcador de la temperatura de mi carro alcanzar los 110 grados Fahrenheit (43.3 grados centígrados) Cómo sería el calor, que cuando me sumergí en la piscina de la comunidad, no sentí refresco sino ardor, pues el agua estaba tan caliente que parecía una sopa recién servida. Continuar leyendo «Perrito Regañado»