
Hace dos semanas, el 31 de agosto, mi hijo empezó cuarto de primaria. Como buena madre, me preocupé innecesariamente pensando que los seis meses de televisión, videojuegos y entrenamientos deportivos a la hora que él quisiera, habían alterado su habilidad de seguir una rutina.
Por el contrario, mi hijo se levantó el primer día de colegio con toda la tranquilidad del mundo. Se desayunó–en la mesa del comedor en lugar del sofá–y se arregló en minutos sin quejarse una sola vez. Mientras tanto, yo le empaqué la lonchera y le recordé que usara el inhalador del asma antes de lavarse los dientes.
Aunque el ritual de la mañana fue prácticamente el mismo que el de antes de la pandemia, un cambio importante es que tomamos la decisión de no usar el bus escolar. En nuestros ojos, el antes adorado bus amarillo se convirtió en un plato de Petri gigante. Continuar leyendo «Regreso al colegio. Regreso a la vida.»