Mamá Porrista

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Los deportes nunca han sido una de mis fortalezas. Cuando era niña en los en los años ochenta, Colombia solo patrocinaba el fútbol masculino. Por otro lado, mi Mamá tenía que trabajar tiempo completo para mantenernos, así que no contaba con el tiempo ni con el dinero para matricularme en actividades extra curriculares.

Aunque odiaba los deportes de contacto, todos los años del bachillerato tuve que pertenecer a un equipo en el colegio. En contra de mi voluntad y como era una de las niñas más altas de mi clase–mido 1.70 cms desde los 13 años—los profesores de educación física siempre me escogían para jugar baloncesto. Continuar leyendo «Mamá Porrista»

Le llegó la hora al pavo!

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Hasta hace pocos años consideraba «solo para gringos» la fiesta de Thanksgiving (Día de Acción de Gracias) pues no entendía su significado ni me interesaba buscarlo en Google. Sin embargo, esta fecha tomó un sentido muy especial en mi vida por dos razones. La primera, los recitales de preescolar de mi hijo cuando tenía tres y cuatro años. ¿Cómo no me iba a contagiar del espíritu de Thanksgiving al ver a mi pequeño disfrazado de indio Cara Pálida, con una pluma en la cabeza, la cara pintada y bailando al ritmo de los tambores como si estuviera oyendo un mapalé?

La segunda razón es menos sentimental y simplemente satisface una necesidad fisiológica: El Pavo. Se estima que más de 50 milllones de pavitos «cuelgan los guayos» durante esta fecha en Estados Unidos. Con el paso de los años, mi esposo ha perfeccionado la técnica para cocinarlo y de solo pensar en el cuero dorado y la carne jugosa, me pongo a babear como mis perros Rusty y Sasha. Continuar leyendo «Le llegó la hora al pavo!»

Enseñar Equilibrio

img_2163Para aprender a montar bicicleta hay que quitar las rueditas de apoyo.

Hace dos fines de semana llevé a mi hijo a un parque cerca de la casa en el cual vio un grupo de niños mayores que él montando bicicleta. Los ojos le brillaron y decidido me miró y me dijo, «Mami, quiero quitarle las rueditas de bebé a mi bici«. Una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo ya que entre todas las cosas que mi hijo me heredó está mi falta de equilibrio.

Cuando llegamos a la casa, mi esposo removió las rueditas de apoyo de la bicicleta mientras el niño se ponía el casco de Capitán América. Se montó en la bicicleta y luego, sin darle ninguna instrucción, mi esposo lo empujó con su fuerza herculina como si estuviera jugando bolos. Nuestro pequeño se fue derecho calle abajo y se estrelló contra el buzón del vecino. Continuar leyendo «Enseñar Equilibrio»

Votos Olvidados

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Mi hijo se despertó esta mañana y se sentó como todos los días a la mesa, bostezando y con ojos dormilones. Entonces, mientras mi esposo le hacía el desayuno, le contó que Donald Trump había ganado las elecciones. Abriendo los ojos y lleno de emoción le preguntó, «¿De verdad ganó?«

Mi pequeño solo tiene cinco años y medio y claramente no entiende el contexto ni las repercusiones de este resultado. Sin embargo, durante meses lo escuché hablar de Trump con entusiasmo, porque era lo que estaba escuchando en el colegio. ¡Qué ironía! 16 renacuajos de kinder acertaron el resultado que los periodistas, expertos y encuestadores fallaron con verguenza. Continuar leyendo «Votos Olvidados»

El Lobo Vestido de Oveja

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El lunes pasado mi esposo, mi hijo y yo nos tomamos las calles de nuestra comunidad la Noche de las Brujas disfrazados de Muerte, Optimus Prime Transformer y Bruja, respectivamente. Según mi marido, mi disfraz me cayó como anillo al dedo, no sólo por la talla, sino porque le hacía honor a mis poderes de intuición. Por arte de magia, sé con exactitud dónde se encuentra mi esposo en las tardes soleadas después del trabajo: el campo de golf.

Antes de salir de la casa para la maratón de pedir dulces–no se le puede llamar de otra manera si uno tiene un niño de cinco años–me aseguré de no caminar hacia una calle en especial. Hace un par de semanas recibí una alerta por medio de Facebook, sobre la presencia de un violador de niños que se había mudado recientemente a nuestro conjunto residencial. Cuando abrí el archivo que contenía la foto del engendro, lo miré a los ojos y un corrientazo me recorrió el cuerpo. Continuar leyendo «El Lobo Vestido de Oveja»

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