
El próximo domingo, 27 de mayo, será la primera vez que voy a votar en las elecciones presidenciales de Colombia. Con vergüenza debo admitir que he sido parte del 50% de la población que se ha abstenido a elegir gobernantes en nuestro país. Sin embargo, y en mi defensa, no ha sido solo por falta de interés, sino también por razones logísticas.
Cumplí 18 años en las elecciones de 1998 pero no puede votar con la contraseña. En las de 2002, se me olvidó inscribir la cédula cerca de mi casa así que estaba obligada a votar en Corferias. Pero a pesar de la ley seca, la noche anterior me enrumbé y el guayabo no me dejó levantar para ir a votar.
Para las elecciones de 2006, ya estaba exiliada voluntariamente en Estados Unidos. En esa época, el consulado que me quedaba más cercano era el de Miami, pero por cuestiones de trabajo no pude viajar.
En las de 2010, mi suegra murió en marzo dejando mi vida en una pausa. Y en 2014, aunque ya estaba abierto el nuevo consulado de Orlando y estaba trabajando independiente, no había sacado la nueva cédula.
Teniendo en cuenta lo anterior, el pasado 27 de marzo–último día de inscripciones para las elecciones 2018–hice el esfuerzo de manejar dos horas y media desde Jacksonville hasta Orlando por amor a mi patria, y me aguanté el tráfico de la hora pico para llegar al consulado antes de que cerraran a las cinco de la tarde.
Debo agradecer públicamente a nuestros diplomáticos por el sacrificio de trabajar en horario extendido durante las inscripciones de las cédulas, ya que su horario habitual es hasta las dos.
Cuando salimos del consulado mi esposo me preguntó, «¿Cuál es la importancia de votar en estas elecciones?» Le respondí que, además de tener veinte años de votaciones reprimidas, considero que Colombia, más allá de todos los problemas sociales, está al borde del abismo de revivir la época del narcoterrorismo de los años 80 y 90 a menos que el nuevo presidente le ponga el pecho a este flagelo.
La proliferación de los cultivos ilícitos y la actual epidemia de corrupción dentro de las instituciones gubernamentales y judiciales, han gestado el ecosistema perfecto para que los fantasmas de los capos del pasado se reencarnen y hagan trizas la economía legal del país.
No obstante, lo que más me preocupa, es que al parecer esas décadas de sangre y miedo se les han olvidado a muchos de mis compatriotas, y para los jóvenes, los capos solo son personajes glorificados en las series de Netflix.
Para citar un ejemplo, ningún medio le ha preguntado a los candidatos presidenciales sobre la creciente mafia del puerto de entrada a Europa, Algeciras. Según palabras del Ministro de Interior español, Juan Ignasio Zoido, citadas en un reporte de El Tiempo el pasado 30 de abril, el Campo de Gibraltar hoy en día es conocido como «La pequeña Medellín».
No me atrevo a pronosticar quién será el nuevo inquilino de la Casa de Nariño por los próximos cuatro años. Lo único que espero es que las elecciones sean legítimas, que los perdedores acepten la derrota y que el vencedor logre poner en marcha un plan para erradicar el narcotráfico de Colombia.
De lo contrario, las disidencias de las Farc, el ELN y demás grupos al margen de la ley, continuarán financiando las empresas de la guerra manteniendo la paz detrás de una cortina de humo.
Gracias por leer y compartir.
Xiomara Spadafora.
Esta columna fue patrocinada por Zellner Insurance Agency. Muchas cosas en la vida no tienen seguro. Para todo lo demás, llame a Zellner (888) 208-8119
Siempre que llegan las elecciones decimos: ahora si llego el candidato que Colombia necesita. La baraja esta sobre la mesa con multiples propuestas. Es el momento de tomar conciencia y pensar que lo malo se puede dejar atras y votar con responsabilidad y optimismo para que nuestro pais brille no solo por las malas noticias. Gracias Mi Vida Gringa por escribir esta columna, tan valiosa en este momento.
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Duque Presidente
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¿ Inercia electoral ? más felcitaciones por su nueva actitud, ante la importancia del ejercicio electoral, todo ciudadano tiene la oblligación de ungir con su voto al candidato de su predileccion. Por un país que garantice los derechos a todos sus ciudadanos.
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Exelente comentario.
Es importante analizar con criterio politico las propuestas de los candidatos a fin de elegir la mejor opción.
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Jay que seguir leyendo para asi poder disfrutar de los programas
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«Podràn asesinar a los hombres pero las ideas no moriran» ¡GAITÀN VIVE!
Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro León Gomez, Luis Carlos Galàn Sarmiento, Jaime Garzón, por todos y cada uno de ustedes el pueblo tiene una deuda moral y que llegó la hora de pagar:
«SE LLAMA GUSTAVO PETRO Y QUEREMOS QUE SEA ¡NUESTRO PRESIDENTE!»
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Voté por Gustavo Petro Urrego, me siento orgullosa de ser Petrista incondicionalmente
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