Estados Unidos en uno de los países más desarrollados del mundo, pero existe un aspecto–que el índice de desarrollo humano no considera–en el se rajan con cero: la inexistencia de la licencia de maternidad remunerada.
Cuando llegué a este país en 2005 tenía 24 años, y aunque no tenía planes de casarme ni de tener hijos, suponía que existía alguna política similar a la de Colombia. Sin embargo, cuando una de mis mejores amigas tuvo su primer bebé, me enteré que la licencia de maternidad estadounidense solamente garantiza que a uno no lo despidan ni “le corran el butaco” durante 12 semanas, pero si uno quiere que le paguen, tiene que acumular tiempo de vacaciones.
La actual regulación en Estados Unidos implica que una nueva mamá, a menos que haya trabajado sin descanso por años, tenga que regresar a trabajar antes de que a su recién nacido se le caiga el ombligo.
Por esta razón, cuando leí la noticia sobre el aumento de la licencia de maternidad en Colombia de 14 a 18 semanas, reflexioné sobre el estilo de vida en Estados Unidos y comprendí por qué, en comparación con nuestro país, más mujeres deciden quedarse en casa luego de tener sus bebés.
Ya que mi esposo y yo somos empresarios independientes tuve la fortuna de volver al mercado laboral a la par del crecimiento de mi hijo. Me quedé en casa con él hasta que cumplió dos años y cuando empezó a ir al colegio volví a trabajar casi tiemo completo.
El tema me siguió retumbando en la cabeza y el sábado pasado leí un artículo en El Espectador.com el cual recapitulaba un estudio realizado por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en 2011, después de la previa ampliación de la licencia de maternidad en Colombia–en ese entonces de 12 a 14 semanas. El objetivo del estudio fue evaluar la influencia de la nueva medida en las posibilidades laborales de las mujeres en edad fértil.
Las cifras del estudio indicaron dos proyecciones que valen la pena considerar para la actual ampliación. La primera es que, si bien es cierto que una licencia extensa beneficia tanto la salud de las madres como la de los bebés, también puede generar la sombra de un obstáculo profesional para las mujeres en edad reproductiva.
Los empleadores podrían ver a las mujeres jóvenes como un pasivo y no como un activo en caso de quedar en estado de embarazo. Esto influencia la toma de decisiones a la hora de escoger el candidato ideal para una posición escogiendo a un hombre por encima de una mujer.
La segunda proyección es el efecto colateral del envejecimiento de la población. El «castigo» que la maternidad impone en la vida de las mujeres jóvenes hace que éstas pospongan convertirse en madres hasta después de alcanzar sus metas profesionales. El problema es que, si el éxito laboral se demora, su fertilidad disminuye cuando deciden llamar la cigüeña.
De esta manera, mientras la población envejece la natalidad decrece. Esto causa un desbalance en los sistemas de seguridad social si no existe un reemplazo de la fuerza laboral.
Las razones del proyecto de ley para la ampliación de la licencia de maternidad tienen mucho peso, pues el lazo que se construye entre una mamá y su bebé en los priimeros meses de vida no tiene precio. Sin embargo también vale tener en cuenta la posición de los empresarios, los cuales cada vez que las regulaciones laborales aumentan, prefieren apretarse el cinturón y disminuir la contratación.
Sea como sea aplaudo que Colombia tenga mejores condiciones para las nuevas madres que países aparentemente súper desarrollados como los Estados Unidos. Otra razón para sentir orgullo colombiano.
Gracias por leer y compartir.
Xiomara Spadafora
Esta columna fue patrocinada por Zellner Insurance Agency. Muchas cosas en la vida no tienen seguro. Para todo lo demás, llame a Zellner (888) 208-8119
Muy buena columna aunque controversial por las decisiones que tomen los empresarios a la hora de contratar mujeres. Claro que viendo la baja por maternidad de Europa el país que menos tiempo da es un año!
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