Ayer fue el cumpleaños número 56 de mi esposo lo cual lo cataloga como vintage, no por la cantidad de años vividos, sino porque–como los vinos finos–fué el mejor producido en su año.
Ante mis ojos, mi marido es un hombre muy guapo y aparentaría menos años si su cabeza no fuera como una papa salada. Sin embargo, las mujeres lo miran y la verdad no me preocupa. Ya van a entender por qué. Continuar leyendo «Mi Esposo «Vintage»»

El viernes pasado mi Mamá regresó a nuestro país, Colombia, después de una visita de tres meses. Una vez más, la despedida fue desgarradora pero más corta, pues la fila de seguridad en el aeropuerto de Orlando estaba interminable y mi mamá tuvo que entrar rápido. Parecía que estuvieran regalando plata.
El sábado pasado jugó el Powerball (equivalente del Baloto en Colombia) más jugoso en la historia de los Estados Unidos, con un premio mayor de casi un billón de dólares. El domingo por la mañana–antes de saber que nadie se lo había ganado–no quería verle la cara al ganador en televisión. Me considero una buena persona, pero si me lo encontrara en la calle le hubiera dado un coscorrón por suertudo.
Empezó 2016 y luego de emborracharme y rellenarme la noche de fin de año como un pavo—además de sobrevivir un guayabo terciario—llegó la hora de empezar a trabajar y poner en práctica los cambios prometidos.