
Por primera vez en varios años de mi vida en Estados Unidos, no tuve que cocinar para la tradicional cena de Thanksgiving o Acción de Gracias ya que nos fuimos para Tallahasse, capital de la Florida. La hija de mi esposo tuvo que trabajar en la preparación del fin de semana del Black Friday–viernes negro en español–del almacén de zapatos donde trabaja para ayudarse con sus gastos de universidad.
El Black Friday es el monumento a la sociedad de consumo. Millones de personas se vuelcan a las calles a comprar cosas que muchas veces ni siquiera necesitan. Manipulados por tácticas de venta deshonestas, algunos compradores se convierten en bárbaros dispuestos a empujar, morder, o aruñar para apoderarse de un televisor.
Por mi parte, yo no salgo a comprar ni una aguja. No solo porque no me gustan los tumultos, sino porque hace mucho tiempo me di cuenta del juego de la publicidad engañosa.
El negocio es así: supongamos que vamos a comprar una nevera. La etiqueta dice «Antes US$2.000 Ahora US$1.000«. A menos que uno conociera el precio fuera del fin de semana del Black Friday para luego compararlo con el de la oferta, es imposible determinar el verdadero ahorro. Pero digamos que la nevera en tiempo regular costaba US$750. Engañado por la etiqueta del Black Friday, el consumidor termina pagando US$250 más.
En muchas tiendas las etiquetas de los productos son cambiadas especialmente para ese día. Éstas muestran una diferencia de precio exhorbitante que incita a comprar irracionalmente. Y así sean ofertas idóneas, por lo general son remates de mercancía y por ende las tiendas jamás pierden un peso.
Como muchos otros productos y comportamientos exportados por Estados Unidos al mundo, el Black Friday ya no es exclusivo de los gringos. Según el diario inglés Telegraph, el Reino Unido empezó su versión en 2010 y se ha extendido hasta México, Brasil, India, Francia, Noruega y Alemania entre otros. En Colombia, la moda comenzó en 2014.
Irónicamente, la historia del Black Friday en Estados Unidos no se relaciona con prosperidad, sino con la quiebra de unos inversionistas de oro a finales del siglo XIX, y más tarde, con los disturbios y saqueos que ocurrieron en Filadelfia el día después del Thanksgiving en la década de 1950.
No obstante, con el tiempo el Black Friday se convirtió en la estrategia de mercadeo más exitosa del año en Estados Unidos. Las cifras consolidadas del 2018 demuestran que las ventas en almacenes y páginas web alcanzaron casi 4 billones de dólares.
Estrenar y regalar es gratificante. Es el premio merecido al trabajo arduo y un gesto de cariño hacia los seres queridos. Sin embargo, hay que cuidar la billetera en la época de gastos navideños que gracias al Black Friday se extiende.
Mantener un presupuesto de consumo esta temporada–sobre todo de plata en efectivo en lugar de crédito–garantiza que el inicio del año no nos agarre con las papas peladas debajo de la cama como el agüero de fin de año.
Gracias por leer y compartir.
Xiomara Spadafora
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Esto es lo que se llama publicidad engañosa y las leyes los amparan.
Y como dices tu, con esta fecha arranca la gastadera de fin de año. Bonita y entretenida columna Xiomara. Gracias por compartirla y espero hayas tenido junto a tu familia un bonito día de acción de gracias.
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