
Las últimas dos semanas no quise escribir. Mi musa me abandonó, pero algún día regresará. Eso espero. Mientras tanto, estoy disfrutando la pausa y escuchando la voz de nuestro planeta.
La Tierra está hablando. El agua de los océanos se ha desmanchado y los delfines nadan y saltan libres como en la bahía de El Rodadero de Santa Marta. El canto de las aves, antes silencioso, se escucha en los icónicos parques de Nueva York y Madrid. Y el firmamento brilla con millones de estrellas, que para mí, antes eran invisibles.
Pensando en la voz de la Tierra, recordé un cuento que escribí en septiembre de 2018. El título es «La voz de la chicharra» y con este participé en el quinto concurso de cuentos de la revista La Nota Latina de Miami y gané el segundo puesto. No lo había publicado porque es parte de una antología en la que estoy trabajando desde hace un tiempo.
Lo escribí luego de enamorarme de los paisajes del Piedemonte Llanero al visitar las plantaciones de arroz de uno de mis tíos en Nunchía, municipio de Casanare. Espero les guste y compartan con sus amigos este pequeño homenaje a ese grandioso rincón de Colombia.